Ensayo n° 11 "Sobre la Música"
Raúl Rojas M
Es inevitable conmovernos cada vez que oímos una determinada canción. Ya sea por su letra o por su música en particular. El caso que me atañe más profundamente es ese cambio en nuestra sensibilidad cuando nuestro cerebro procesa la música tal cual, como melodías y armonías bajo un ritmo patrón.
Es curioso pensar que nosotros estemos tan dispuestos a entender la música, siendo que la música es un invento humano. Podrían reprocharme que me equivoco, que la naturaleza en sí misma es música desde antes que apareciera el hombre, pero las olas del mar, si bien tienen un sonido particularmente relajante, en realidad producen muchas frecuencias que no están en concordancia, por lo que no podemos asimilarla a una nota específica ni mucho menos a una melodía, o el viento que sopla fuerte también produce un sonido, pero tampoco a él podemos asociarle una melodía, o el canto de un pájaro, si bien es algo maravilloso y tiene melodía, no sigue un patrón musical (aunque por cosa de suerte, sí podamos hallarle ese patrón en un momento dado). Es por esto que hago una fundamental distinción entre la música de la naturaleza (que en mis propios términos es "música caótica" sin menospreciar nada) y la que ha creado el hombre. Tal distinción está basada en aquel cambio en nuestra sensibilidad, que para ser sincero, sólo lo produce la música humana, sin caer en el prejuicio de la desvaloración.
A todos nos habrá pasado que cuando oímos un tema musical (sea cantado o no), sentimos (en ciertas partes de la canción) que algo recorre nuestra mente y cuerpo, como un escalofríos. Puede suceder tras oír y entender la letra de esa canción, al contener una idea nueva o interesante, de modo que en ese instante quedamos maravillados. Eso es muy posible y es una sensación única. Lo interesante y menos común, es que eso mismo ocurra pero únicamente con la melodía, como si la música, pese a ser un invento, tratara de comunicarnos un mensaje. He aquí el término "sentido musical" con el cual me refiero a la transmisión musical de una idea más allá de las palabras. Esto bien poco tiene que ver con los gustos musicales (ya que estos son reestringidos en la mayoría de los casos), pero si con el modo en que interpretamos una determinada melodía, entrecruzada con la armonía y el ritmo (o una determinada canción).
Todo tema musical tiene estos tres factores. La melodía es el mensaje mismo (la idea que trasmite), la armonía es el argumento de ese mensaje (le da el soporte o bien acompañamiento), y el ritmo es el contexto (el tema no es el mismo si tiene distintos ritmos, pese a ser la misma melodía). Todo esto nos garantiza que la música es, en efecto, un lenguaje que entendemos directamente mediante las emociones, sin pasar por interpretar "palabras" como en el corriente.
Evidentemente, no sentimos alegría tras una melodía porque sí. Presiento que un tema que nos parece alegre, en realidad no lo es objetivamente. Nos parece alegre porque quisá esa combinación de sonidos sea la llave que libere alguna hormona que estimule aquella área del cerebro culpable del sentimiento de alegría. Análogamente con las demás emociones parece suceder lo mismo, de manera similar, pero no igual, en cada persona.
La música, que en términos generales, se produce al vibrar pediódicamente alguna cosa (cuerda, el aire dentro de un espacio, en los instrumentos musicales), estimula al perfecto sistema auditivo de que disponemos tras trasmitir y viajar esa vibración por cada partícula que hay en el espacio cercano al instrumento. La música y la percepción de ella, son procesos físicos y bioquímicos, respectivamente.
¿Esto nos dice que la música pierde la magia? Yo creo que no. La música es una de las pocas maravillas en este mundo que nos brinda felicidad gratis. Sí, felicidad, la música nos causa una felicidad natural a costa de nada, y esa es precisamente la magia de la música que la lleva a otros planos superiores.
Ignorando un poco aquellos procesos bioquímicos responsables de nuestras emociones tras oir la música (no ignorándolos en realidad, sino saltándonos ellos, porque francamente los ignoro en detalle), es interesante recalcar en el poder de la música sobre la mente. Eso que transmite la música le permite a la mente (digamos de ahora: "nosotros") ver la realidad distintamente. El modo de pensar nos cambia cuando oímos alguna música, como si nos afectara directamente, como si afectara nuestra propia personalidad sin estar conciente de ello.
Un filósifo decía: "sin música no puede haber conocimiento perfecto". Debido a que la música afecta nuestro modo de percibir la realidad (o sentirla, más exactamente) entonces si carecemos de ella, no podremos conocer integramente aquello que creémos conocer. Parece ser, empero, una tarea extremadamente difícil buscar la manera de alcanzar el conocimiento perfecto mediante la música.
¿Qué canción escogeré para entender el teorema de Pitágoras? ¿Qué tema hará que comprenda más profundamente el camino de regreso a casa?
No podría imaginar que el conocimiento de una persona que -hipotéticamente- nunca haya conocido la música, ni la haya intuído, fuese similar al de alguien que ya la conozca, recalco en que el modo en que perciben la realidad difiere mucho el uno del otro. Diferirá también (en menor medida eso sí), el modo en que la perciben si el primero le pusiera siempre más énfasis a la música tal cual y el segundo siempre a la letra inconciente de los sonidos (porque sucede).
Es, como decía, realmente inevitable conmovernos ante la música. Es una pena que los demás animales convivientes nuestros no sientan alegría tras oír alguna sinfonía majestuosa, y ello no se debe precisamente a que no tengan la capacidad de hacerlo: ello es otro tema y es menester incluirla en otra teoría que iré desarrollando cuanto más piense en ello.
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