24 ene 2011

El Combate de la Concepción ¡LOS CHILENOS NO SE RINDEN!



COMBATE DE LA CONCEPCION


El abandono de la sierra fue considerado una debilidad por las montoneras de don Andrés Cáceres, los que se lanzaron sobre las pequeñas guarniciones chilenas. Así fue como el cor
onel Del Canto debió suspender por un día su salida de Huancayo hacia La Concepción para ir en auxilio de la avanzada que venía desde Marcavalle, siendo atacada en los desfiladeros.

"En la capital de Chile y en uno de sus principales paseos públicos, existe inmortalizada en bronce la estatua de prócer de nuestra Independencia, General don José Miguel Carrera, cuya misma sangre corré por mis venas; por cuya razón comprenderá usted que ni como chileno ni como descendiente de aquél, deben intimidarme ni el número de sus tropas ni las amenazas del rigor. Dios guarde a usted."

IGNACIO CARRERA PINTO.

Casi a la misma hora aquel 9 de julio de 1881, el coronel peruano Juan Gastó, siguiendo la estrategia de Cáceres, se dirigía de San Jerónimo a Apata, donde fue informado por guerrilleros de la zona que en el pueblo de La Concepción se encontraba una pequeña guarnición chilena atrincherada en la plaza, con muchos enfermos y convalecientes de tifoidea. Había con ellos también tres mujeres de la misma nacionalidad, una de ellas en muy avanzado estado de embarazo. "No son mas de 80 individuos", dijo el montonero informante a Gastó, quien cambió sus primitivos planes de ir hacia Apata, torciendo su marcha rumbo a La Concepción, donde llegó a las dos y media de la tarde, junto a miles de montoneros que tomaron posición en los cerros que rodean al poblado para lanzarse sobre la guarnición chilena.

La única persona neutral que observó el desarrollo del combate e informó a Del Canto de los sucesos ocurridos allí, fue un ciudadano español (la población huyó de la aldea), cuando llegaron las tropas chilenas. Tampoco hubo informe de parte de los defensores chilenos, porque todos perecieron en esos dos días de combate en La Concepción.

Hubo pues que guiarse por el relato de este ciudadano español, al cual el coronel Del Canto y sus oficiales entre los que estaba el comandante del regimiento Chacabuco, coronel Pinto Agüero, le solicitaron que fuera lo mas imparcial posible, para poder reconstruir esta gesta.

Una vez copados los cerros que rodean La Concepción se inició el ataque de los batallones peruanos de uniforme blanco y perfectamente armados, "arreando" a unos tres mil indios, se lanzaron sobre la plaza donde estaban los chilenos en número de 77 soldados de la cuarta compañía del regimiento Chacabuco, al mando del capitán don Ignacio Carrera Pinto de 31 años de edad (nieto de don José Miguel Carrera) y sobrino del presidente don Aníbal Pinto, secundado por los oficiales Julio Montt Salamanca de 20 años, Arturo Pérez Canto de 19 y Luis Cruz Martínez, de 18 años. Los chilenos defendieron sus posiciones en los cuatro costados de la plaza hasta el anochecer, cuando los 100 tiros por hombre que poseían comenzaron a agotarse, entonces se replegaron al cuartel, donde resistieron la noche del 9 al 10 de julio de 1882. Carrera Pinto envió tres emisarios a pedir refuerzos a Huancayo y todos fueron muertos en el intento. Repentinamente los atacantes se retiraron, lo que fue interpretado por los chilenos como la llegada de refuerzos, por lo que abandonaron sus posiciones, iniciando la persecución. En ese instante, cuando estaban a campo abierto, desde las azoteas de las casas vecinas se abrió nutrido fuego en su contra, y los montoneros volvieron causando 16 bajas en las filas del Chacabuco, entre ellos el capitán Carrera Pinto.

Casi en el ocaso de este desigual combate, la montonera prende fuego al cuartel sin que pudieran salir los heridos, enfermos y las tres mujeres, una de las cuales tuvo su bebé en ese infierno. Los atacantes hacen forados en los muros para ingresar al reducto chileno, que copado en superioridad de hombres aun resiste. A las 8 de la mañana moría Pérez Canto cocido a lanzazos, a las 10 horas quedaban sólo tres hombres de tropa y el subteniente Luis Cruz Martínez con vida, quien estaba sin municiones y con la responsabilidad de cuidar tres mujeres que siguieron a sus maridos a la guerra, para verlos morir en este vía crucis.

Sin vacilar, Cruz Martínez y sus tres subordinados salieron bayoneta calada a enfrentar la muerte. Impresionado el coronel Gastó, les ofreció perdonarles la vida, a lo que se negaron rotundamente y a la orden de cargar a la bayoneta, se lanzaron sobre sus enemigos, que los lancearon hasta mucho mas allá de que la vida se les había escapado.

Igual suerte corrieron las mujeres, que fueron vejadas en forma satánica, sin que de esta carnicería no se escapara ni el bebé, que solo horas antes había nacido.


A las 11 de la mañana del 10 de julio de 1882, los 77 soldados chilenos del batallón Chacabuco, con sus tres compañeras mujeres y la guagua que nació en medio del feroz combate habían muerto. Pero sus enemigos tuvieron mas de 300 muertos y 800 heridos, el resto huyó. Horas mas tarde, llegaron los refuerzos chilenos, que les persiguieron incansablemente para cobrar venganza de la masacre de La Concepción.


El periodista Manuel F. Horta, corresponsal del diario “El Eco” de Junín, quien visitó Concepción después del combate escribió:

“La ciudad de Concepción es una sola ruina. De las manzanas de casas que la formaban, no existe ninguna en pie. Los horrores de la guerra parece que se hubieran aglomerado sobre este infeliz pueblo, para ofrecerse en toda su desnudez, formando un cuadro infernal, propio para conmover a los corazones más empedernidos”

Por su parte, el coronel del Canto, por iniciativa del comandante del regimiento Chacabuco, dispuso que los corazones de los cuatro valientes oficiales fueran retirados de sus cuerpos para ser transportados a Lima (11). Luego concluyó el paso de su ejército por Concepción con la siguiente proclama:

“Soldados del Ejército del Centro: Al pasar por el pueblo de Concepción habéis presenciado ese lúgubre cuadro de escombros y cuyo combustible fueron los restos queridos de cuatro oficiales y 73 individuos de tropa del Batallón Chacabuco Sexto de Línea. Millares de manos salvajes fueron autores de tamaño crimen; pero es necesario que tengáis entendido que los que defendieron él puesto que se les había confiado eran chilenos y que, fieles al cariño de su patria y animados por el entusiasmo de defender su bandera, prefirieron sucumbir todos antes que rendirse. Los que perecieron en Concepción en defensa de nuestra querida patria han obtenido la palma del martirio; pero una i mil veces benditos sean, puesto que su valor y sacrificio les ha dado derecho a la corona de los héroes”.

La batalla de Concepción fue la acción de armas en la Sierra Central en la que más soldados chilenos rindieron la vida. De acuerdo a los partes oficiales chilenos, en el período de la Campaña de la Breña que comprende el primero de julio de 1882 y el primero de julio de 1883 el ejército de ese país sufrió 2,426 bajas. De estas, más de 200 habrían muerto en combate (77 en Concepción) y 603 perecieron por enfermedades, en su mayoría por tifus. Además, unos 1,000 efectivos fueron licenciados por inutilidad física, resultado de las acciones del ejército y los montoneros peruanos, mientras que 674 fueron dados como desaparecidos.



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