8 mar 2010

La Fuerza del trabajo

Socio y director ejecutivo de Econsult, empresa de asesoría financiera e inversiones. Economista de la Universidad de Chile y MBA de la Universidad de Chicago. Es representante en Chile de Fidelity Investments de EE.UU., una de las compañías de fondos mutuos más grandes a nivel mundial. Socio fundador y director de Duff & Phelps Clasificadora de Riesgo en Chile, Argentina y Perú. Fue profesor de Finanzas y Macroeconomía en las Universidades de Chile y Gabriela Mistral. Columnista del diario La Tercera, Revista Capital, Diario la Segunda y panelista estable en Radio Duna. También se desempeña como director de Soprole, Corporación Santo Tomás, Viña Undurraga S.A., Transelec Chile S.A., Indura S.A., Cementos Bio Bío y Fundación Alter-Ego.

José Ramón Valente

Publicado en La Tercera, 08 de marzo de 2010

Podrá parecerle un cliché que le diga que la fortaleza de una nación está en sus personas. Sin embargo, cuando pensamos en desastres como el terremoto que azotó a Chile el sábado 27 de febrero pasado, la verdad es que son exactamente las personas su mayor fortaleza.

Somos nosotros mismos los principales protagonistas de nuestro futuro. De qué sirven las frazadas y las meriendas si no tenemos los miles de voluntarios que se requieren para repartirlas. Cómo vamos a poner de pie nuestra infraestructura sin nuestros ingenieros y los trabajadores de la construcción, cómo vamos a echar a andar nuestras empresas sin sus grandes empresarios y cómo vamos a darles trabajo a los chilenos si no contamos con nuestros pequeños empresarios.

Los billetes son sólo papel estampado y las máquinas sólo fierros inertes sin los hombres y las mujeres que las transforman en medios y herramientas para complementar su esfuerzo y su trabajo. Los recursos financieros están y las máquinas se pueden comprar o se pueden volver a construir, pero lo que necesitamos es la gente, nuestra gente trabajando más y mejor que antes.

Unos cálculos muy sencillos pueden ayudarnos a entender la fuerza que yace en nosotros mismos. Si cada uno de los cerca de seis y medio millones de chilenos que tenían un empleo hasta antes del terremoto pudiera dedicar media hora al día más a sus labores, cada uno en lo suyo, esto sería equivalente a emplear cerca de 470 mil nuevas personas. Si así lo hicieran los doctores en los hospitales, o los policías en las calles, o los trabajadores en sus empresas, o los arquitectos en sus oficinas, entonces los efectos sobre nuestra economía podrían ser tan potentes como cuatro puntos adicionales de crecimiento económico. En vez de aspirar a una expansión del Producto Interno Bruto (PIB) cercana al 5%, podríamos alcanzar la meta de un crecimiento de 8% e incluso de 9%. Muchos de ustedes se preguntarán cómo pueden cooperar con las labores de reconstrucción que ahora comienzan, otros tantos habrán calmado la conciencia con alguna generosa donación de ropa y dinero.

Yo les aseguro que la mejor forma de cooperar está al alcance de sus manos. Sólo hay que levantarse un poco más temprano, con un poco más de ganas, y realizar sus labores diarias un poco mejor de lo que lo hacían antes del terremoto. La fuerza creadora de seis y medio millones de personas, trabajando motivados por la misión de levantar al país que quieren, es mucho más potente que cualquier donación y mucho más resistente que cualquier desastre natural.

Tenemos que despertar en los chilenos ese patriotismo que permitió a los norteamericanos salir adelante y que debiera permitirle a Chile ser, nuevamente, un ejemplo a imitar para otras naciones latinoamericanas. Los invito a sacar las banderas y ponernos a trabajar.

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